AÑO DE LA LECTURA INTERNACIONAL


Un buen lector tal vez termine de leer la obra de ficción a las pocas horas y en momentos en que la biblioteca está cerrada, de modo que no lo puede cambiar inmediatamente por otro del mismo genero, acuciado por la necesidad y la curiosidad, el usuario acabara enfrascándose en la lectura de una obra seria que quizá nunca se le hubiera ocurrido leer.

Además los niños, al igual que sus padres, escogen a menudo libros que luego les resultan poco interesantes, y el préstamo de un segundo libro les ofrece otra opción de tener algo para leer.


La UNESCO ha declarado al 2012 como AÑO INTERNACIONAL DE LA LECTURA. Varios lugares lo celebrarán todo el año con eventos y concursos, organizados por bibliotecas, librerías, editoriales y universidades.

2012 es un año señalado por distintos embaucadores como el del fin del mundo según una profecía que se atribuye a los mayas. Otros más, como siempre, hablan de un cambio global, un despertar de la conciencia colectiva. Los promotores de esos augurios se aprovechan de los demás.

Por eso es de particular valor para la humanidad que este 2012 se haya escogido como un tiempo para la lectura, para su difusión y promoción. No sólo habla que regalar libros a la menor provocación o con cualquier pretexto, lo que debemos hacer es tratar de que la cultura letrada se valore más.

La iniciación en la lectura: Se recomienda ser elástico en cuanto a la edad mínima en que el niño tendría derecho a acudir a la biblioteca, ya que en los usuarios infantiles influyen muchos factores distintos. Aun cuando todavía no sepan leer, los niños podrían visitar las bibliotecas en compañía de sus padres o hermanos mayores, quienes podrían retirar libros apropiados para que los pequeños los hojeen o les sea leídos en casa. Los niños que más uso hacen de esta sección son los de edades comprendida entre os seis y los catorce años. Los niños de estas edades manifiestan diversos intereses que solo pueden ser satisfechos adecuadamente a través de la lectura, y que existe entre ellos notables diferencias en cuanto a su capacidad, utilización y aprovechamiento de la colección, aparte del hecho de que no todos los niños aprenden a leer rápidamente o con igual facilidad.



¿Cuál es el papel de los editores en esto? Muchos piensan que el buen editor es aquel que escoge libros que se venden, que dan ganancias; y, en efecto, el lograr que el negocio editorial prospere es una responsabilidad de los editores. Sin embargo, hay un papel social que atender. Debemos hacer más y mejores libros, libros trascendentales, libros que cambien la vida de los lectores, libros que hagan pensar.

¿Cómo es eso posible? Hay que tomar en cuenta la distinción de Niklas Luhmann entre medios de comunicación simbólicamente generalizados y medios de difusión. Los primeros son estructuras particulares que aseguran probabilidades de éxito a la comunicación, porque transforman en probable el hecho improbable de una selección. Tales medios son el poder que puede ser el poder/derecho. Por ejemplo: Ego acepta la orden de Alter de pagar una multa porque Alter detenta el poder, eso es un acoplamiento entre la selección y la motivación; sin embargo conceptos como aceptación y motivación en verdad dan referencia al sistema psíquico, espiritual o íntimo.

La comunicación a distancia, por ejemplo cuando hacemos un libro sin conocer a los posibles lectores, cuando apuntamos al acaso editorial aún utilizando los mejores elementos de mercadotecnia y planeación, vuelve improbable la aceptación. En ese sentido hablamos de difusión: multiplicar algo que se dice. Los libros son medios de difusión, son mensajes que se arrojan al mar en una botella.

Editar es una empresa insegura porque es una proposición intelectual. El libro impreso no tiene como función el preservar el conocimiento, no en este milenio en el que existen tecnologías más adecuadas de conservación, sino que su misión es incrementar el razonamiento y crearlo nuevamente.

Las publicaciones son un medio de extensión del espacio y el tiempo de los efectos de diferenciación de las posibilidades de comunicación. Con la imprenta en papel o el orden de las palabras en una pantalla, el público no es observable y el que edita debe orientarse por el interés y la importancia social del texto.

¡Claro que se puede hacer dinero editando! En México, basta con hacer una colección de biografías de aspirantes a la presidencia y cobrarles a ellos o a sus partidarios por cada página de elogios o cada hecho bochornoso que se oculte. Pero eso no es lo importante.


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