¡LA LETRA CON SANGRE ENTRA!










Dentro de las diversas corrientes que han encausado las metodologías educativas, una que tuvo una larga duración y que caló tan hondo en las mentes de los educadores, que todavía perdura, fue la de una rigidez, que ahora nos parece escalofriante, y que buscaba conseguir por el temor, la atención y la obediencia de los estudiantes hacia los maestros.
Por ello se acuño esa célebre frase: La letra con sangre entra”, que de alguna manera, significo una especie de filosofía, por detrás de los procesos educativos, y que conllevó inclusive a la comisión de abusos, de lesiones permanentes en los niños, y concitó el temor de los mismos frente a la escuela. En fin, toda una gama de reacciones que no podían menos que indicarnos que el camino no es por allí.

Los cambios se han producido en la educación, a tal punto, que vemos que ahora más bien se peca por lo contrario, una permisividad absoluta, un querer convertir a los padres en compinches, en camaradas de sus hijos, y lo propio intentaron los maestros. Muchas veces cayendo en procesos en los cuales la autoestima de los profesores se fue a los suelos, e inclusive se perdió el principio de autoridad, un principio que es insustituible y cuya carencia está ocasionando ya una serie de perjuicios que redundan también en la baja calidad de la educación.

Por ello es que la recomendación es encontrar un justo medio que deje la posibilidad de disentir, de ser proactivos, de hacer las cosas en su manera peculiar, pero sin que por ello tengan los padres y maestros que resignar su autoridad en aras de una armonía que si bien vale la pena fomentar, no hay que caer en los extremos. Un clima de mutuo respeto, de tolerancia, es lo que debe primar, y por ello, queremos plantear alternativas, denunciar los abusos, pero sobre todo, demostrar que el viejo aforismo de la letra con sangre entra, no es algo que deba aplicarse.

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