LOS INTELECTUALES GUAYAQUILEÑOS GUERRA CIVIL ESPAÑOLA 1936. CONFERENCISTA NIALL BINNS.


A partir de julio de 1936, los campos intelectuales de cada país de Hispanoamérica se dividieron en torno a la guerra civil española y en torno a las nociones de la sociedad y del ser hispano encarnadas por ambos bandos en el conflicto. 
Era casi imposible, para un intelectual de Hispanoamérica, mantenerse al margen. La guerra era –en palabras de César Vallejo– “ese palpitante, humano y universal desgarrón español en el que el mundo se inclina a mirarse, como en un espejo, sobrecogido, a un tiempo, de estupor, de pasión y de esperanza”. Lo cierto es que nunca, en los países de Hispanoamérica, se ha escrito tanto sobre España –poemas, narraciones, obras dramáticas, testimonios de primera mano, crónicas, ensayos, artículos periodísticos y panfletos– como en la época de 1936 a 1939. La guerra civil no sólo sirvió para redibujar las relaciones entre España y sus colonias de antaño, sino que también cristalizó de manera dramática la politización creciente de la literatura que existía en cada uno de los países americanos desde los comienzos de los años treinta (debido al impacto de la “gran depresión”).


COMIENZO DE LA GUERRA CIVIL

Aunque para definir el concepto se prefiere, sobre todo desde la década 1960, la denominación "Guerra Civil", esta no fue la única utilizada por la reciente historiografía española o por los propios combatientes. También recibió otros nombres: 


Movimiento nacional, cruzada, lucha antifascista y revolucionario del pueblo español, entre otros. Son todos nombres que ocultan el enfrentamiento de dos entusiasmos al que se refirió el historiador británico Raymond Carr. Estos nombres esconden dos concesiones en cierto modo ya presentes en los resultados de las elecciones celebradas en febrero en 1936, que supusieron  el triunfo, por un corto número de votos, de la coalición de izquierda agrupada al Frente Popular y que se venían gastando desde la proclamación de la II República en Abril en 1931.


La guerra de tinta, en expresión del historiador y diplomático español Salvador de Madariaga, fue desde el principio una guerra de propaganda con dos tipos de valoraciones propiciadas desde los dos bandos participantes en la contienda. 


La muy distinta versión  informativa que expresa en un mismo periódico editado en ambas zonas, la cabecera del diario ABC, que aparecía en el tiempo de Madrid  republicano y en la Sevilla dominada por los sublevados  puede servir como ejemplo de la ruptura o enfrentamiento nacional existente. Otro tanto cabe decir de las revistas culturales antifascistas y azules, respectivamente publicadas durante el trienio, sin olvidar las manifestaciones del teatro, cine y del cartelismo, asi como los símbolos, consignas y mensajes difundidos mediante el conflicto y después de su conclusión.



0 comentarios:

Publicar un comentario

Ir Arriba