También
es un lugar de estudio, y por
eso para muchos se asocia con un espacio destinado a niños y jóvenes, del que
tienen vivencias de adolescencia. Y, como venimos de una cultura impresa, la
biblioteca se asocia en el imaginario colectivo sobre todo con el libro
impreso, y con el acto de leer, pero no tanto con la lectura cómoda o de
placer que se hace en casa, tumbado, con música o fumando, sino con la lectura
seria, concentrada o con un fin: preparar oposiciones, estudiar...
Los estudios previos sobre la imagen de las bibliotecas están referidos principalmente a la prensa escrita, la literatura y el cine. La base de datos LISA solo recoge poco más de una decena de trabajos cuyas materias sean “imagen” y “biblioteca pública”, mientras que en ISOC-DC apenas se encuentra una referencia a la que se le atribuyan claramente a estos descriptores. El trabajo más completo sobre la imagen social de la biblioteca publicado en España es el monográfico de 1996 de Educación y Biblioteca, que recoge excelentes trabajos de Solano (1996) sobre las bibliotecas en la narrativa; Garralón (1996) en la literatura infantil y juvenil; Ontoria (1996) que analizaba las bibliotecas en el cine, y García Pérez (1996), que trataba la aparición de las bibliotecas en la prensa ampliando otro texto publicado un año antes (García Pérez, 1995).
Los estudios previos sobre la imagen de las bibliotecas están referidos principalmente a la prensa escrita, la literatura y el cine. La base de datos LISA solo recoge poco más de una decena de trabajos cuyas materias sean “imagen” y “biblioteca pública”, mientras que en ISOC-DC apenas se encuentra una referencia a la que se le atribuyan claramente a estos descriptores. El trabajo más completo sobre la imagen social de la biblioteca publicado en España es el monográfico de 1996 de Educación y Biblioteca, que recoge excelentes trabajos de Solano (1996) sobre las bibliotecas en la narrativa; Garralón (1996) en la literatura infantil y juvenil; Ontoria (1996) que analizaba las bibliotecas en el cine, y García Pérez (1996), que trataba la aparición de las bibliotecas en la prensa ampliando otro texto publicado un año antes (García Pérez, 1995).
Hay
además varios estudios sobre la biblioteca en la literatura y el cine (el
fundamental de Chaintreau y Lemaitre, 1993, y el de Gracia Armendáriz, 1994),
un artículo de Soler (1999) sobre la imagen de los profesionales de la
información, una comunicación que analiza 1.151 artículos sobre archivos,
bibliotecas y centros de documentación en la prensa diaria catalana entre 1987
y 1993 (Campos y Cid, 1993), y otro sobre las bibliotecas municipales de Murcia
en los periódicos regionales (Gómez et. al., 1996).
En
éste último, que nos sirve de ejemplo de cómo aparecen las bibliotecas en la
prensa local, se analizaban 434 noticias obtenidas entre 1990 y 1995, con una
media de 6 noticias por mes, un lento incremento año tras año y una
distribución estacional con picos máximos en abril, junio y octubre, lo que
denotaría una vinculación de las noticias bibliotecarias con la animación
lectora, en el primer caso, y con los problemas de inicio y final del curso
escolar. La mayor parte de las referencias obtenidas eran noticias y notas
informativas breves, normalmente de algún acto cultural difundido por los
propios bibliotecarios. Había un gran predominio de noticias de la Biblioteca
Pública del Estado-Biblioteca Regional, mientras que más de la mitad de las
bibliotecas municipales de no había generado una mínima presencia. Se podía
observar que la biblioteca llegaba a los periódicos cuando y en relación con lo
que los bibliotecarios creían de interés transmitir, y por temas lo más
noticiable eran los de construcción e inauguración de bibliotecas, seguido de
las actividades culturales.
Después venían las
noticias sobre animación lectora, las relacionadas con problemas o
novedades en el proceso de informatización, colecciones, presupuestos,
horarios, y finalmente personal. Se observaba también la poca implicación de
los agentes sociales en la expresión de opiniones y la crítica de las carencias
del sistema bibliotecario regional en esos años.
Del monográfico de Educación y Biblioteca se concluía que en general la imagen
de la biblioteca como triste almacén de libros persistía fosilizada de
modo recurrente y canónico a pesar de la llegada de la modernidad a muchas de
ellas. (Solano, 1996b). Algunas aportaciones, sintéticamente, eran:
-
Para E. García Pérez, teniendo en cuenta que revisó los principales
periódicos nacionales del periodo 1976-1995 (no la prensa local) hubo una
escasa presencia de noticias (3,6 por mes, con grandes oscilaciones), siendo
casi un tercio de bibliotecas públicas del estado y municipales, y un 21% sobre
la Biblioteca Nacional. Entre las observaciones más relevantes de sus dos
artículos mencionaremos que:
-
No había un crecimiento del número de noticias sobre las bibliotecas con
el paso de los años.
-
Las noticias trataban de “inauguraciones, rehabilitaciones, retrasos y
cancelaciones en la ejecución de planes bibliotecarios, de la información y de
la necesidad de ‘poblar’ el país de bibliotecas públicas”.
-
Se echaba en falta “un tratamiento más cercano de la vida cotidiana de
las bibliotecas públicas, un tratamiento que permita conocer lo que en ellas
sucede y que ‘enganche’ a los nuevos usuarios”
-
Eran muy frecuentes las noticias negativas
en torno a la biblioteca como problema sin resolver, la escasa asistencia a
ellas de los españoles, el corte de luz o la falta de climatización en
bibliotecas...
-
También abundaban las noticias del cierre de bibliotecas por falta de
personal, atención de éstas por personal inadecuado (sepultureros, cocineras,
Sección Femenina), o huelgas de bibliotecarios por problemas diversos.
-
La biblioteca nacional aparecía por sus problemas como edificio, sus
exposiciones y su política de acceso, cuya restricción provocaba reacciones y
controversias de prensa a través de escritos de opinión, cartas al director...
-
Es época de crecimiento de las bibliotecas públicas, con frecuentes
noticias de inauguraciones, si bien en el proceso se daban polémicas por
retrasos, dificultades en el traslado, problemas iníciales de funcionamiento,
insuficiente horario...
-
Junto a noticias de robos o expolios en bibliotecas, también se han
reflejado los proyectos de bibliotecas grandiosas como la Nacional francesa o
la Biblioteca de Alejandría.
-
En la narrativa contemporánea, Solano (1996ª) encuentra que la biblioteca
ha sido desde símbolo del laberinto que es la cultura y el mundo mismo, según
la genial metáfora borgiana de La Biblioteca de
Babel, hasta un espacio
circunstancial de paso en la mayoría de ocasiones, siendo sólo protagonista en
obras como Auto de fe o El nombre de la Rosa.
La
sala de lectura es la representación de un universo inabarcable de saberes, un
espacio al que los escritores se sienten unidos positivamente porque en ella se
han emocionado, iniciado, descubierto o refugiado.
La
sala de lectura es templo en el que es previsible el estremecimiento, quizás
como consecuencia de que los escritores son más usuarios de las grandes
bibliotecas de conservación que de otras.
En cuanto al bibliotecario, la literatura, que no tiene por qué ser objetiva, lo
ha maltratado duramente, atribuyéndole casi siempre la imagen grotesca de “un
ser atrabiliario y hostil, cuyo aspecto y modales parecen más de carcelero o
verdugo que de custodio de libros”. Sus tareas se suponen burocráticas,
“administrativas” o, mediocres, salvo cuando el escritor ha ejercido como
bibliotecario, como Borges o Perec.
Y su figura ha sido idónea para “componer personajes episódicos de características risibles o ridículas, con su porción de intolerancia, propensión a la cólera, malos modales, aspecto de indigente, negado para las incitaciones sensuales, tal vez sin emociones,... que lleva con arrogancia patética una vida sedentaria, distraído hasta la estupidez y, no obstante, maniaco del orden, inclinado a perorar sobre la necedad de los hombres, y acaso muy agraviado por una predecible fealdad”.
Y su figura ha sido idónea para “componer personajes episódicos de características risibles o ridículas, con su porción de intolerancia, propensión a la cólera, malos modales, aspecto de indigente, negado para las incitaciones sensuales, tal vez sin emociones,... que lleva con arrogancia patética una vida sedentaria, distraído hasta la estupidez y, no obstante, maniaco del orden, inclinado a perorar sobre la necedad de los hombres, y acaso muy agraviado por una predecible fealdad”.
-
En su trabajo sobre la literatura infantil, Garralón (1996 y 1997)
concluía que la biblioteca aparecía de modo muy escaso, algo especialmente decepcionante porque los temas de los libros para niños tienen estrecha relación con el mundo cotidiano de los protagonistas, y cabría esperar que los escritores hubieran reflejado la evolución y actividad creciente de las bibliotecas. Junto a algunos ejemplos tópicos (bibliotecas sin clientes, personal casi siempre femenino, de gafas y moño), describía también textos en los que las bibliotecas y sus responsables son valorados, entendidos y presentados como profesionales colaboradores y activos:
El secuestro de la Bibliotecaria, Matilda, El monstruo y la bibliotecaria, Yo, Robinsón Sánchez habiendo naufragado, Ojos saltones, o Querido Señor Henshaw. La biblioteca se convierte entonces en cómplice, refugio, lugar para encontrar pistas, para usuarios competentes, niños que saben encontrar... junto, naturalmente, a tímidos, ratones, alguna que otra araña y unos bandidos.
concluía que la biblioteca aparecía de modo muy escaso, algo especialmente decepcionante porque los temas de los libros para niños tienen estrecha relación con el mundo cotidiano de los protagonistas, y cabría esperar que los escritores hubieran reflejado la evolución y actividad creciente de las bibliotecas. Junto a algunos ejemplos tópicos (bibliotecas sin clientes, personal casi siempre femenino, de gafas y moño), describía también textos en los que las bibliotecas y sus responsables son valorados, entendidos y presentados como profesionales colaboradores y activos:
El secuestro de la Bibliotecaria, Matilda, El monstruo y la bibliotecaria, Yo, Robinsón Sánchez habiendo naufragado, Ojos saltones, o Querido Señor Henshaw. La biblioteca se convierte entonces en cómplice, refugio, lugar para encontrar pistas, para usuarios competentes, niños que saben encontrar... junto, naturalmente, a tímidos, ratones, alguna que otra araña y unos bandidos.
-
En el cine, Ontoria (1996) observaba que las bibliotecas estaban sobre
todo presentes en los filmes norteamericanos, frente a la ausencia en el cine
español, lo que sería correlato del estado de los respectivos sistemas
bibliotecarios y del uso más cotidiano de la biblioteca por los
estadounidenses. Aparecen elementos estereotipados tanto en los decorados como
en las situaciones o el personal, que ordena libros y manda silencio, siendo
frecuente todavía la inspiración en los grandes edificios de las bibliotecas
monumentales, por encima de las instalaciones más reales y abiertas de que
disponemos actualmente.
En
cuanto a la imagen proyectada a través de campañas publicitarias, considerada
como un elemento activo de intervención comunicativa sobre el público,
podríamos decir sin temor que su incidencia y continuidad ha sido muchísimo
menor que en otros campo social, como antes citábamos.
La educación en valores del ciudadano a través del marketing público sí ha tenido en estos años una modernización considerable, y podríamos recoger miles de mensajes dirigidos a la concienciación comunitaria, especialmente en el campo de la salud y la educación (campañas antitabaco, prevención de riesgos laborales, drogas, igualdad de oportunidades para la mujer, integración de minorías, etc.). En este sentido, el del estado paternalista, transmisor de valores y actitudes saludables y de consenso para la armonía social, han predominado los conceptos de libro y lectura, frente a la institución biblioteca.
La lectura ha sido difundida por campañas nacionales, con lemas como el ya lejano y utilitarista “Un libro ayuda a triunfar”, en los años setenta, bajo el dudoso supuesto de la cultura como factor de progreso económico individual; “Vive leyendo”, a principios de los ochenta, con el acertado intento de vincular práctica lectora y vida y originales dibujos de destacados ilustradores; y “Tú que puedes, lee”, que no acertó con su intento de llamar la atención hacia la lectura en un tono agresivo para con el no lector presentando un mono que no sabía qué hacer con un libro. También las ferias del libro han sido escaparates positivos de la lectura, y sujetos de la atención mediática, especialmente en Salamanca con su generación de imágenes sobre la lectura a través del concurso fotográfico El placer de leer, donde dibujantes como Cesc han ideado centenares de propuestas gráficas para integrar la lectura en la vida cotidiana (Una recopilación de sus dibujos para las Ferias de Libro se publicó en el número 100 de CLIJ).
La educación en valores del ciudadano a través del marketing público sí ha tenido en estos años una modernización considerable, y podríamos recoger miles de mensajes dirigidos a la concienciación comunitaria, especialmente en el campo de la salud y la educación (campañas antitabaco, prevención de riesgos laborales, drogas, igualdad de oportunidades para la mujer, integración de minorías, etc.). En este sentido, el del estado paternalista, transmisor de valores y actitudes saludables y de consenso para la armonía social, han predominado los conceptos de libro y lectura, frente a la institución biblioteca.
La lectura ha sido difundida por campañas nacionales, con lemas como el ya lejano y utilitarista “Un libro ayuda a triunfar”, en los años setenta, bajo el dudoso supuesto de la cultura como factor de progreso económico individual; “Vive leyendo”, a principios de los ochenta, con el acertado intento de vincular práctica lectora y vida y originales dibujos de destacados ilustradores; y “Tú que puedes, lee”, que no acertó con su intento de llamar la atención hacia la lectura en un tono agresivo para con el no lector presentando un mono que no sabía qué hacer con un libro. También las ferias del libro han sido escaparates positivos de la lectura, y sujetos de la atención mediática, especialmente en Salamanca con su generación de imágenes sobre la lectura a través del concurso fotográfico El placer de leer, donde dibujantes como Cesc han ideado centenares de propuestas gráficas para integrar la lectura en la vida cotidiana (Una recopilación de sus dibujos para las Ferias de Libro se publicó en el número 100 de CLIJ).
Tampoco
podemos olvidar que progresivamente, las bibliotecas se van dotando de logotipo
individual, materiales gráficos para distribuir en el entorno (carteles,
señaladores, trípticos informativos, página web...) y que se van construyendo
espacios públicos de nueva planta para bibliotecas, que se convierten en
lugares simbólicos en la morfología urbana de la ciudad.
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