Toda la información que incluimos en un
documento impreso considerándola importante, pero no indispensable en internet no es ni lo uno ni lo otro. Esto
se traduce en que si un fragmento, una línea o un dato no es indispensable para darle consistencia al escrito, tampoco
será importante a la hora de sumarlo al contenido que esperamos poner en la
red.
Lo anterior es determinante para aclarar que
las técnicas de redacción usadas para el papel impreso o para cualquier otro
medio, cambian radicalmente cuando lo que buscamos es dirigirnos al
lector-usuario de internet.
Más aún. Sí los índices latinoamericanos de
lecturabilidad de impresos se encuentran promediados e menos de un libro anual
por persona, podemos decir que los índices de lectura en pantalla se reducen a
prácticamente al ejercicio visual.
DEMOSTRACIONES
Los
estudios han detectado que del total de los sitios web, solo el 15 % de ellos
obtienen los resultados esperados. ¿A qué se debe? No es que a la cultura del
Internet se halle en niveles incipientes, por que no es así, Internet esta
inmerso en los procesos académicos, profesionales y laborales, además del
ámbito familiar de todos los países del globo. Se debe a una razón elemental :
85 % de los sitios están escritos para el formato impreso, es decir para el
recorrido de lectura que hace el ojo humano sobre el papel.
El
15% no obstante, tiene a aumentar, ya que la conciencia de lo que es una
adecuada narración para Internet se esta adquiriendo lenta pero
progresivamente. Para ello hemos de tener en cuenta cierta variable fundamental
al momento de escribir para el lector de Internet.
Por
ejemplo:
Un adulto de 35 años en
adelante tarde dos veces más en leer una información en pantalla que un joven
de 16 años. Este solo dato ya pone en riesgo de ser abordada la información por
parte del adulto, pero se agrava cuando sumamos el siguiente factor.
Un
joven de 16 años, expuesto a la educación multimedia lee dos veces menos de lo
que lo hacía a su edad un adulto de 35 años. El joven de hoy esta monopolizando
por la información visual, auditiva, y una tercera, que podríamos denominar,
tecnológica.
Es
decir si la información no se encuentra estructurada bajo los principios de
redacción para internet, ni el adulto la abordará debido a la fatiga que le
produce la prolongada lectura en pantalla, ni el joven lo hará, debido a que su
estructura metal y educacional responde a una mecánica visual
productivamente ágil y cambiante.
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