Ni que decir
tiene que la colaboración estrecha entre el arquitecto y el bibliotecario es
fundamental, la realización o transformación de edificios bibliotecarios es una
tarea muy compleja, en la que deben colaborar arquitectos y bibliotecarios,
escuchándose y respetando las propias parcelas de profesionalidad.
La
planificación del edificio es importante porque es una inversión para mucho
tiempo y muy costosa. El bibliotecario debe conocer sus bibliotecas, sus
necesidades, servicios, sus usuarios, los modos de acceso a la lectura y la
información que se pretende, etc.
El arquitecto
ha de señalar qué soluciones técnicas son posibles, respetando el valor
histórico del edificio (en el caso que no sea nuevo), qué efectos van a
producir sobre preservación, conservación, seguridad y accesibilidad de los
fondos; qué circulación de usuarios y personal va a resultar, crear las redes
informativas necesarias, etc.
Si, como ocurre a veces, arquitectos y
bibliotecarios no se comunican lo suficiente, se producen disfunciones que
perjudican los resultados para el trabajo futuro de profesionales y usuarios.
Es fundamental una cooperación estrecha y desde el principio, reconociendo la
independencia mutua en sus respectivos campos, pero con acuerdo en los
objetivos fijados por los bibliotecarios, que en este proceso, no debemos
olvidar que son "clientes" y deben actuar como tales, como señaló
Luis Anglada.
El
anteproyecto recoge lo que el bibliotecario pide al arquitecto. Es un resumen
de las necesidades y problemas, de lo que queremos. El bibliotecario debe dar
el croquis de la organización técnica y administrativa. El número de usuarios,
la proporción de puestos de lectura por población, el número de volúmenes, y el
incremento previsto.
Según Fuentes
Romero debería contener:
·
Funciones que se desea cumplir en la biblioteca.
·
Número aproximado de usuarios en horas normales y
en las horas de máxima actividad. En función de esto, delimitar la superficie
total y útil del nuevo edificio, la decisión sobre el número de plantas, la
distribución por secciones de esa superficie, la asignación de una planta a
cada sección y las relaciones espaciales entre ellas.
·
El tamaño (en metros lineales) y peso aproximados
de la colección en función de los habitantes de la población.
·
El tipo de relaciones que se quiere mantener con
la comunidad y los horarios de apertura al público.
·
El tipo de relaciones con el sistema
bibliotecario, esto es, si el trabajo va a funcionar en forma de red o no.
·
Número de empleados y el espacio a ellos
dedicado.
·
El presupuesto disponible, que determina el
ajuste del proyecto.
·
Si el edificio va a ser de nueva construcción o
se va a rehabilitar uno que ya existe.
·
Si la biblioteca va a estar instalada
compartiendo los locales con otras entidades o, al contrario, en edificio exento
en dependientes de cualquier otro organismo.
·
Por último, la aplicación como baremo o guía de
las normas internacionales en función del número de habitantes de la población
que la biblioteca va a atender.
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