Recientemente hemos terminado un trabajo de limpieza de volúmenes en la Biblioteca de la Asociación Dante Alighieri de Buenos Aires. Los volúmenes estaban alojados en un depósito en el que se había producido una filtración de agua que trajo como consecuencia inmediata la proliferación de hongos en aquellas piezas afectadas por la humedad.
Luego de asegurarnos de que las filtraciones estuvieran reparadas y que las condiciones ambientales del depósito volvieron a ser las recomendables, se procedió a la limpieza manual de los libros afectados. Para ello se utilizó la máquina de limpieza con la que cuenta el laboratorio (ver imagen), que consiste en una cámara cerrada con aspiración permanente, triple sistema de filtros con lámpara ultravioleta (que permite la eliminación de las esporas que circulan por el material filtrante impidiendo que vuelvan al ambiente) y un sistema de pistolas de aire comprimido (para la suciedad a la que no se puede acceder manualmente).
Cabe agregar que, si bien existen y se utilizan otros métodos para el tratamiento de papeles con hongos, no hay -por el momento- testimonios científicos confiables acerca del daño en las fibras del papel que pueda seguirse a ese tipo de intervención.
Recomendamos la lectura del interesante artículo "Radiaciones gamma en el control de plagas", publicado en el Códice N° 18 de EARA (Encuadernadores artesanales de la República Argentina). Ese trabajo busca exponer los principios y efectos de las radiaciones gamma como procedimiento utilizado para el control de plagas en bienes culturales.
Recomendamos la lectura del interesante artículo "Radiaciones gamma en el control de plagas", publicado en el Códice N° 18 de EARA (Encuadernadores artesanales de la República Argentina). Ese trabajo busca exponer los principios y efectos de las radiaciones gamma como procedimiento utilizado para el control de plagas en bienes culturales.
Si todo esto ha fallado
Ante todo no hay que precipitarse. El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones y ciertas restauraciones pueden ser más nefastas para el libro, que todas las ratas del mundo.
La peor de todas las reparaciones caseras es hacer uso de las cintas autoadhesivas para pegar hojas rotas, tapas sueltas o cuadernillos desprendidos, ya que el adhesivo se degrada en poco tiempo, haciendo que la cinta se desprenda y dejando en el papel una mancha oscura e indeleble.
Tampoco debemos fiarnos de determinados encuadernadores, ya que estos supuestos profesionales, no harán sino guillotinar arbitrariamente los márgenes, excluir las cubiertas originales y proporcionar nuevas y vulgares encuadernaciones que nos impedirán leer cómodamente el libro.
Lo mejor, si el deterioro del libro se mantiene en los niveles aceptables, es hacerle una caja a medida, para mantenerlo operativo unos cuantos años más. Por otra parte, si creemos que el daño es realmente grave, debemos recurrir al consejo de profesionales.
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