Varios lugares lo celebrarán todo el año con eventos y
concursos, organizados por bibliotecas, librerías, editoriales y universidades.
La Unesco ha declarado al 2012 como Año Internacional de la Lectura.
Este año señalado por distintos embaucadores como el del fin del
mundo según una profecía que se atribuye a los Mayas. Otros más, como siempre,
hablan de un cambio global, un despertar de la conciencia colectiva. Los
promotores de esos augurios se aprovechan de los demás.
Por eso es de particular valor para la humanidad que este 2012
se haya escogido como un tiempo para la lectura, para su difusión y promoción.
No sólo habla que regalar libros a la menor provocación o con cualquier
pretexto, lo que debemos hacer es tratar de que la cultura letrada se valore
más.
¿Cuál es el
papel de los editores en esto?
Debemos hacer más y
mejores libros, libros trascendentales, libros que cambien la vida de los
lectores, libros que hagan pensar.
Muchos piensan que el buen editor es aquel que escoge libros que
se venden, que dan ganancias; y, en efecto, el lograr que el negocio editorial
prospere es una responsabilidad de los editores. Sin embargo, hay un papel
social que atender.
¿Cómo es eso
posible?
Hay que tomar en cuenta entre medios
de comunicación simbólicamente generalizados y medios de difusión. Los primeros
son estructuras particulares que aseguran probabilidades de éxito a la comunicación,
porque transforman en probable el hecho improbable de una selección. Tales
medios son el poder que puede ser el poder derecho.
Ejemplo: Ego acepta la
orden de Alter de pagar una multa porque Alter detenta el poder, eso es un
acoplamiento entre la selección y la motivación; sin embargo conceptos como
aceptación y motivación en verdad dan referencia al sistema psíquico,
espiritual o íntimo.
La comunicación a distancia, por ejemplo cuando hacemos un libro
sin conocer a los posibles lectores, cuando apuntamos al acaso editorial aún
utilizando los mejores elementos de mercadotecnia y planeación, vuelve
improbable la aceptación. En ese sentido hablamos de difusión: multiplicar algo
que se dice. Los libros son medios de difusión, son mensajes que se arrojan al
mar en una botella.
Editar es una empresa insegura porque es una proposición
intelectual. El libro impreso no tiene como función el preservar el
conocimiento, no en este milenio en el que existen tecnologías más adecuadas de
conservación, sino que su misión es incrementar el razonamiento y crearlo
nuevamente.
Las publicaciones son un medio de extensión del espacio y el
tiempo de los efectos de diferenciación de las posibilidades de comunicación.
Con la imprenta en papel o el orden de las palabras en una pantalla, el público
no es observable y el que edita debe orientarse por el interés y la importancia
social del texto.
¡Claro que se puede hacer dinero editando!
En México, basta con hacer una colección de
biografías de aspirantes a la presidencia y cobrarles a ellos o a sus
partidarios por cada página de elogios o cada hecho bochornoso que se oculte.
Pero eso no es lo importante.
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